Antecedentes:
Todo comenzó un 27 de
Octubre de 1807 con la firma del Tratado de Fontainebleau por el cual España
permitía el paso por tierra a las tropas napoleónicas con el propósito de
conquistar Portugal, fiel aliado de Inglaterra. No obstante finalmente las
intenciones francesas fueron bien distintas y consistían en la anexión de la
corona española al Imperio Napoleónico. Tras el motín de Aranjuez provocado por
la huida de la corte española hacia el sur, la presencia francesa se hizo aún
más fuerte en el territorio español, además Carlos IV fue obligado a abdicar en
favor de su hijo Fernando VII. El pueblo no estaba de acuerdo con la presencia
francesa y la tensión, fundamentalmente en Madrid, iba en aumento. Napoleón
obligó tanto a Carlos IV como a Fernando VII firmar las Abdicaciones de Bayona
en las que ambos renunciaban a su poder real en favor de Jose Bonaparte (Jose I
de España), hermano de Napoleón. Con Carlos IV y Fernando VII retenidos en
Bayona, tan solo unos pocos miembros de la corte quedaban ya en Madrid.
Desarrollo:
El 2 de mayo de 1808, a primera hora de
la mañana, una multitud de madrileños comenzó a concentrarse ante el Palacio Real. La muchedumbre
conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula para llevarlo a
Francia con el resto de la Familia Real, por lo que, al grito de José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó
el palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el
bullicio en la plaza. Este tumulto fue aprovechado por Murat, que mandó un
destacamento de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, la cual hizo fuego contra la multitud. Al deseo del
pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse
de los franceses. Con estos sentimientos, la lucha se extendió por todo Madrid. Los madrileños comenzaron así un levantamiento popular
espontáneo pero largamente larvado desde la entrada en el país de las tropas
francesas, improvisando soluciones a las necesidades de la lucha callejera. Se
constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó
el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que
dispusieron fueron navajas; se comprendió la necesidad de impedir la entrada en la
ciudad de nuevas tropas francesas. Todo esto no fue suficiente y Murat
pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los
madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de la ciudad para
impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el
grueso de las tropas de Murat (unos 30.000 hombres) ya había penetrado,
haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro. No obstante,
la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto
que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser, macetas
arrojadas desde los balcones... Así, los acuchillamientos, degollamientos y
detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta.
Consecuencias:
El levantamiento del 2 de mayo fue un fracaso ya que Madrid
no consiguió expulsar al invasor francés y la revuelta fue sofocada, pero si
triunfó plantando la semilla y sembrando la combatividad de todo España,
comenzando de esta forma la Guerra de la independencia
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